Tamalli, La historia del tamal en México
Lo vemos, probamos y olemos todos los días, pero es poco cotidiano hablar de dónde viene y cómo ha evolucionado. El tamal es y ha sido parte primordial del progreso de México. Está cerca de las obras y construcciones, de las escuelas a todos los niveles, de las oficinas de todo tipo de industria, es uno de los alimentos que construye superhumanos: Los mexicanos.
El tamal siempre ha sido un platillo democrático. Como sucede con el resto de la gastronomía mexicana, la historia de los tamales es la historia también del mestizaje, de la colisión de tradiciones prehispánicas con el bagaje cultural de las naciones europeas.
Desde tiempos prehispánicos, lo hemos visto en registros formando parte de ceremonias y la alimentación cotidiana de diversas civilizaciones. Nuestros antepasados náhuatl lo bautizaron como tamalli, que significa envuelto. Ha sido utilizado de forma generalizada para todas las versiones de platillos de origen pre-hispánico preparados con masa de maíz cocida y envuelta en hojas de mazorca, plátano, maguey, aguacate o en épocas modernas de papel o hasta aluminio.
Que no le digan, que no le cuenten, que es de aquí o de acullá, el tamal es de los latinoamericanos. Se han encontrado registros históricos en casi todos los países de la región en temporalidades muy similares en la que culturas como los nahuátl, mayas, mixtecas, incluso los incas, tenían y elaboraban alimentos con maíz. Aunque estas mismas investigaciones nos dicen que es muy probable que haya sido un producto de exportación del territorio de lo que ahora es México al resto de latinoamérica.
En la colonia, contamos con registros como los de Fray Bernardino de Sahagún en los que nos narra que en la Nueva España, en el siglo XVI, se comían tamales blancos, colorados, redondos y cuadrados. Estos fueron parte primordial en la edificación de todas las construcciones majestuosas del virreinato.
Poco a poco y como parte del intercambio cultural, fue adoptado como parte de las festividades religiosas del catolicismo, siendo parte de los rituales de los bautizos, posadas y el día de muertos. Sin lugar a dudas, donde mayor popularidad cobró y es por mucho el protagonista de esta festividad, es en el Día de la Candelaria, que simboliza el final del periodo de adviento del año litúrgico católico. Este ritual es detonado en el día que se parte la rosca de Reyes, el 6 de enero, cuando por tradición el que parte la rosca encuentra en ella a un muñeco del “Niño Dios” debe invitar los tamales el 2 de febrero.
En la actualidad, ha sido el platillo que ha pasado por todo tipo de paladares. Están presentes cerca de las escuelas para darle energía a los estudiantes de todos lo niveles. Cerca de las construcciones de todo tipo de edificios y casas. Cerca de las oficinas de todo tipo de industria. Los vemos en los portales de las plazas de todas las colonias y pueblos,, las fiestas más elegantes y las más populares, en todo tipo de restaurantes de todas las categorías, para llevar a casa con y sin bolillo.
En México, los tamales son sinónimo de educación, progreso y fiesta
¡Los tamales son de todos!